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¿Desaparecer al indio?
Por Kajkoj Maximo Ba Tiul(1) - Guatemala, 12 de junio de
2020
ajpop2004@yahoo.es
A manera de presentación
En medio de toda las situaciones extremas que padecen
nuestros pueblos a causa de un sistema que ha promovido
desigualdad y por ende pobreza. Un sistema que tiene como
cimiento, como lo hemos afirmado innumerables veces, el
racismo y la discriminación, como instrumento de dominación
del colonialismo y el patriarcado, que se instaló en
nuestras comunidades durante muchos años y para desterrarlo
necesitaremos no solo igual de años, sino cambio de
mentalidades, de sentimientos, de metabolismos y
conciencias, coherentes con nuestros discursos y la vida.
Hace unos días escuchaba que alguien decía; “que la academia
debería de estar al servicio de las comunidades”; mi
pregunta es; pero qué y cuáles comunidades. Las que
construimos en los grandes escenarios de eventos
internacionales, que más se asemeja al indio folclórico y al
indio permitido o al que construimos en los comunicados y
artículos, que más parecieran los escritos realizados
durante la colonia, cuando se estigmatiza al indio como
“salvaje y bárbaro”.
Digo esto, porque el hecho en contra del Señor Domingo Choc;
que a todas luces es violento, producto de muchas
situaciones internas y externas, con la participación antes,
durante y después de actores externos e internos; ha
generado una serie de opiniones, que a decir verdad, y que
al leerlo, muchos de ellos, sin importar para que medio
escribió, si corporativo o “alternativo”; o igual de forma
independiente, como suelen denominarse los intelectuales no
comprometidos, pareciera que estuviéramos leyendo los
escritos históricos coloniales, en donde definieron a
nuestros abuelos y abuelas como salvajes y no civilizados.
Categorías que hasta ahora siguen latentes en todos los
espacios, sin importar su ideología, clase social o grupo
étnico.
A partir de esto, considero que falta mucho para que podamos
hacer análisis y reflexión desde las mismas comunidades,
digo esto, porque definir a la comunidad o a los actores en
dicho acto, como: que fuera un grupo motivado por su
fanatismo, ignorancia, odio, racismo, intolerancia, etc, es
como que si estuviéramos describiendo el hecho, “entre el
indio permitido, que dicho sea de paso son los indios
ilustrados, que cuando les conviene hacen valer el papel del
Estado como controlador y castigador y que ahora se rasgan
las vestiduras y el indio rebelde que no se ha dejado vencer
y dominar, a quien le pedimos que se comporte bajo los
parámetros ahora no solo de la norma cristiana, sino de los
derechos humanos y peor aún de los supuestos valores y
principios de lo que le hemos denominado
cosmovisión maya”.
En dónde quedaron aquellas ideas y discusiones en dónde se
argumentaba frente al Estado el derecho a la autonomía y a
la libre determinación de los pueblos. En dónde se quedaron
las discusiones que se hacen sobre el orden jurídico maya,
cuando se argumenta que las comunidades tienen su propia
forma de resolver los problemas. En dónde dejamos las
discusiones que defendíamos frente al Estado colonial,
cuando afirmábamos que las comunidades tienen su propia
forma de ver el mundo y la vida.
Es triste que a estas alturas, todos absolutamente todos,
sobre todo escritores, pensadores, analistas y líderes
indígenas, exijan al Estado colonial racista, que se ocupe y
que haga investigación sobre estos hechos, cuando desde
nuestro punto de vista, es el “Estado quien lo ha provocado,
con toda su estructura ideologizante
(iglesia, escuela, medios de comunicación)”, pero no
perdamos de vista que la sociedad misma es quien también
reproduce momentos de violencia.
Cómo es posible que estemos denunciando este hecho, como un
acto de “racismo”, como que no hemos comprendido qué es “el
racismo y quién la promueve”.
Posiblemente pudo haber existido en este hecho un acto de
“discriminación”, pero tampoco un hecho llevado a cabo por
“ignorantes y salvajes”. Solo basta entender y analizar en
su justa dimensión los hechos mismos y el contexto en donde
se realiza, sobre el que tenemos una vasta información.
La respuesta a los medios de uno de los detenidos: “yo lo
hice, porque mi familia me lo mandó y porque sabíamos que él
mató a mi familiar”, aquí es importante en reparar sobre el
rol que juega la familia en el mundo indígena y la relación
con otras familias. Esto quiere decir, que tuvo que haber
discusión y debate hasta llegar al desenlace que claramente
es repudiable, pero que tampoco nos permite criminalizar y
estigmatizar a la comunidad. No hay que hacer análisis
apresurados, porque en vez de abonar a la armonía podemos
promover más odio y violencia.
Este hecho es importante en este momento, para reparar que
no vale escribir y pronunciarnos desde un sentimiento
“esencialista y culturalista”, además cuidarnos de
categorizar el hecho desde la cosmovisión occidental y sobre
todo desde la visión del derecho occidental y de los
derechos humanos. El hecho, tuvo que tener su contexto en el
que se realizó y solo los comunitarios podrán describirlo
como pasó y porqué.
Hoy, vemos revolcarse intelectuales, académicos, analistas,
lideres, autoridades por este acontecimiento deleznable.
Pero, quienes nos consideramos indígenas, debemos de ser más
cautos y cuidadosos en el análisis. Porque hasta ahora lo
que he analizado de lo que se ha escrito, indígena o no,
todos apuntan a “salvajizar” a la comunidad. Ambos apuntan,
al salvajismo de la comunidad, como cuando los colonizadores
definieron y describieron al “Ch’ol Winaq”, como salvaje,
cuando en realidad era el “hombre y la mujer” rebelde que no
se dejó doblar por el conquistador/colonizador.
Por eso, me atrevo a dejar estar ideas, que tal vez podrían
ayudar a analizar y a ser más objetivos en nuestros análisis
no solo sobre este hecho, si no los demás hechos que
acontecen en la vida de las comunidades indígenas, sobre
todo mayas.
Posible contexto
Seguramente todo el país o por lo menos quienes nos
enteramos del asesinato de Domingo Choc en San Luis Petén,
estamos conmovidos por su asesinato/linchamiento, sobre
todo; porque afirmamos que en el pensamiento maya, y en el
Q’eqchi, particularmente; todo tiene su “loq’al”, es decir
todo en esencia es “sagrado”. Nada y a nadie se le puede
borrar de la tierra, a nadie se le debe matar, a nadie se le
debe destruir su winaqiil o wankilal (su esencia), porque
entonces vendrá el “mu’el” (su espíritu) del Otro y nos
estará observando todo el tiempo, ya sea para que caigamos o
para que nos levantemos.
Lo anterior es una enseñanza originaria. Y muchos de
nosotros crecimos bajo ésta norma. No se puede atentar en
contra de las personas, así como en contra de los bienes
naturales. Por eso, cuando hay problemas o como dicen
algunos, cuando se toca fondo por los problemas, la pregunta
que se manifiesta es; “que hice en mi
vida que ahora me lo están devolviendo”. Por eso, es que
siempre hay llamadas de atención previa o en su defecto, hay
sueños que nos anticipan lo que podría pasarnos, si hacemos
una acción positiva o negativa.
Igual de doloroso es observar, cómo nuestras comunidades han
llegado a situaciones límites. No les importa matar con tal
de ver al otro destruido. Reírse por el sufrimiento y la
muerte de los otros. En dónde lo aprendieron y como se está
volviendo poco a poco una norma. O quien nos llevó a estas
situaciones en donde la vida ya no vale nada. Lo más seguro
es que hay grupos que les interesa y les conviene que
nosotros estemos y sigamos así. Incluso me atrevería a
decir, que al mismo Estado le conviene que nos involucremos
en actos de barbarie como este “linchamiento”, como el
asesinato mujeres en todo el país.
Al igual que papel están jugando los centros académicos,
para incidir en estos hechos, porque llama mucho la
atención, que ahora nuevamente se ve involucrada la
Universidad del Valle, con investigación etno-biológicas,
como lo sucedido con los estudiantes en el año 2012 en el
lago de Izabal, en las instalaciones de CGN y hora con un
personaje que si bien es cierto, jugando un papel de
autoridad en la comunidad, pero involucrado en estudios de
investigación botánica para dicha Universidad, aquí igual se
necesita de mucha discusión.
Esta situación, tampoco nos debe llevar a hacer análisis muy
reduccionistas e incluso muy denigrantes y discriminatorios.
Como lo afirmamos arriba, al leer muchos artículos,
reflexiones, comunicados, análisis, sobre el caso de Don
Domingo, que dicho sea de paso, duele porque no se debe
resolver los problemas apunta a que los hechores son
“ignorantes, salvajes, fanáticos, motivados por el odio,
etc.”. Llama la atención que mentes brillantes que en muchos
momentos pensaron que este Estado le ha fallado a los
pueblos indígenas, ahora estén pidiendo que su sistema de
justicia que ha apoyado los niveles de criminalización por
la que han pasado nuestras comunidades, investigue el hecho.
Llama la atención que todos piden que la justicia occidental
caiga con todo su peso contra los hechos materiales e
intelectuales”, entre otras cosas, pero nadie quiere pensar
sobre el contexto en donde se llevó a cabo el hecho, quién
participaron y motivados de que.
Es interesante que nadie apunta al contexto histórico y al
pensamiento histórico de la región en donde se dieron los
hechos. Primero hay que reparar que San Luis Petén, es una
región en donde viven Mopan, Q’eqchi’ y ladinos. Además es
una región que desde hace muchos años, no solo por los
lugares arqueológicos, sino por su riqueza en recursos, es
escenario de investigaciones tanto por universidades
nacionales como internacionales, así como organismos
internacionales.
Eso quiere decir que, si la mayoría son indígenas, hay
ciertas normas que rigen a la comunidad. En algún momento,
compartía con algunos fiscales del Ministerio Público, que
en las comunidades mayas, existen muchas formas de resolver
los problemas y entre ellas, está la llamada de atención,
que podríamos denominar corrección, pero también está la
“expulsión del territorio” y en el mundo Q’eqchi’ ésto es
una constante.
Por nuestro paso por estas regiones hemos visto de cómo
familias que provocan problemas en la comunidad, le piden
que se retiren y que se vayan de allí. Aquí se puede
apreciar en el fondo el valor de la palabra. “Si la
comunidad le pide a uno que no realice x o y actividad, o
que se opone a que se comparta ideas con extranjeros”, por
ejemplo, entonces uno tiene que decidir, entre obedecer a la
comunidad, dejar la comunidad o atenerse a las normas”. Tal
vez no es el caso de Domingo, pero consideramos que tuvo que
haber existido una forma de anticipar los hechos y que se
debería de haber tomado en cuenta. Claro, esto no justifica
su muerte, pero de todas formas es condenable.
La relación entre el “Aj Tuul y el Aj Q’ee”, en el
pensamiento Q’eqchi’, se puede esclarecer con muchos
elementos, por ejemplo en el Popol Wuj, la idea que hay en
el fondo del relato sobre los “gemelos Jun Ajpu e Ixb’alamke
y los Oxlajuj Qeme”, es una realidad en el pensamiento maya.
Es la relación entre lo negro y lo blanco, entre la luz y la
oscuridad, etc. Por lo tanto; los Q’eqchi’ históricamente
han manifestado que existe una relación tensa entre el “Aj
Tuul” (brujo) y “Aj Q’ee-Aj Q’ij”(3), pero como sus
funciones son diferentes, las comunidades siempre
manifestaron respeto hacia los dos y otras formas de
autoridad.
Entre los Q’eqchi’ y Poqomchi, este tipo de relación fue
aprovechado por la religión cristiana, para introducir la
idea del “aj yajm” (Poqomchi), “li ma’us” (Q’eqchi), que fue
desarrollado por el cristianismo como la idea del “demonio”,
cuando en realidad no significa eso, el aj Yajm o el Maus,
es el rebelde, quien no se deja doblegar. Pero el
cristianismo, para poder dominar, también demoniatizó hasta
la música, sobre todo el arpa como obra del demonio. En
algún momento se relacionó la música de la marimba con el
trabajo del “aj tuul” o del “ma’us”.
Los Q’eqchi’, sus celebraciones como el “tyoleq” como el
“watesin”, solo participaban los “aj qee, al iloneel, aj
kubaneel, etc. Los aj tuul, no vivían en la comunidad,
vivían lejos de ellas e incluso en las montañas más
profundas. Sin duda, esto mismo fue aprovechado por la
religión, para introducir la idea del “aj ch’ol winq” cómo
el hombre o la mujer salvaje, idea vigente hasta ahora en
varias comunidades, cuando en realidad el ch’ool winq era le
persona no doblegada, no colonizada. En varias comunidades
poqomchi, el ch’ol winq, está relacionado a la gente que
“cuida las montañas y su espíritu”.
De esta manera, acercarse o tener comunicación con el “aj
tuul”, se hacía o se hace bajo un sistema de protección y
vigilancia. Nuestros padres nos orientaban, que cuando se
visitaba o se pasaba por la casa de alguien que
supuestamente era “aj tuul”, había que hacerlo tomando las
precauciones necesarias, poniendo atención a lo que se lleva
en el morral (ajo, puro, candela y alcohol), todo esto se le
consideran elementos para ahuyentar lo malo que
supuestamente vertería el “aj tuul”. Esto significa que
había respeto incluso hacia la persona considera “aj tuul”.
Otro dato importante que debe tomarse en cuenta para emitir
opinión sobre este y otros asesinatos que han estado
ocurriendo en esa región, por ejemplo; solo del sábado a
domingo, según medios de comunicación, ocurrieron cuatro
muertos y en diferente forma, por eso no debe perder de
vista el elemento crimen organizado. La región ha sido
escenario de diferentes tipos de grupos criminales:
narcotraficantes, narco-ganaderos, narco-finqueros,
narco-militares, algunas ONGs vinculadas al narcotráfico, y
es más, Petén fue uno de los departamentos en donde tuvieron
presencia los Zetas y que dejaron no solo una gran secuela
de miedo y terror en la población, algunos se convirtieron
en estructuras criminales que mantienen con miedo y terror a
las comunidades y algunos de ellos son “pequeños narcos”,
que inclusive en el territorio los conocen como los “Qawa
Narcos”.
Por otro lado, no podemos dejar de mencionar, el papel que
juega el Estado. Como en todas las regiones del país, el
Estado y el gobierno solo interviene cuando la situación se
les escapa de la mano. No aparece cuando la población
requiere su presencia. Es un Estado que no ha tomado en
serio la situación de los pueblos indígenas, pero interviene
para poner orden e imponer sus normas desde su papel de
colonizador. Lo que pasa en el país, es efecto de un Estado
que le ha fallado a los pueblos indígenas, porque al final
no le importa su situación, más sin embargo si está cuando
la “ciudadanía permitida”, le exige que cumpla su papel, sin
profundizar los hechos que acontecen en el país.
En conclusión: Desde este punto de vista y analizando los
acontecimientos históricos-antropológicos-sociológicos del
pensamiento maya, es imposible hacer análisis y reflexión
maya, si no dejamos a un lado nuestra formación occidental y
colonialista. En este hecho insisto, no hubo ignorancia,
racismo, fanatismo, ni rivalidad religiosa. Sobre lo que
estamos conscientes es que si es un hecho repudiable en todo
sentido, pero para poder tipificarlo, hay que comprender el
contexto histórico de los Q’eqchi’ y de los otros pueblos
que habitan en esta región.
Hay que profundizar paso por paso, el proceso que terminó
con la vida de Domingo Choc. Debemos de permitir el paso de
una objetiva reflexión y dejar por un lado los esencialismo
y sentimentalismo maya, que nos lleva a decidir entre el
indio permitido y el “ch’ol winq”. Este hecho, nos debe
llevar a leer, entender, aprender, comprender y aprehender
mejor los hechos que se llevan a cabo en comunidades
indígenas, y no verter ideas que pareciera que fueran
descolonizadas, pero en realidad son más colonizadas que
otra cosas. Por último, este debe generar un proceso de
meditación, comprensión y autocritica, porque tal vez hemos
querido construir un pan mayanismo, cuando en realidad el
pueblo maya también es plural y por lo tanto, muchos hechos
que acontecen en su interior, no necesariamente, deben estar
de acuerdo con los parámetros y principios del modelo de
pensamiento occidental.
1) Maya Poqomchi, antropólogo, escritor, investigador.
2) sobre esto tengo una crítica, porque hasta el momento
no encuentro nada que sea alternativo o que esté en
sintonía con el desarrollo de la vida comunitaria
indígena,
3) No es lo mismo, aj Q’ee, aj Ilonel, aj Tuul, aj
B’anonel, etc. Son roles diferentes. Es hasta ahora que
una persona asume todo, pero realidad no permite apreciar
que es uno y lo otro. En el pensamiento Q’eqchi’ y
Poqomchi, eran roles diferentes. La categoría de contador
del tiempo o sacerdote maya; es propio de las
investigaciones indigenistas y colonialista y considerar a
todos como “guías espirituales” es una construcción
oenegeista que no le hace ningún bien al análisis
propiamente originario, mucho peor es lo que ahora
acostumbramos llamar científico maya o licenciado maya. En
el mundo maya, los títulos y profesiones son claramente
definidos y tienen nombres y funciones diferentes al mundo
occidental.
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