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Cabildo Abierto
Demos un salto hacia el futuro
Por Víctor Ferrigno F. - Guatemala, 20 de
mayo de 2020
Casi todas los hechos, testimonios y datos disponibles sobre
la pandemia en Guatemala, evidencian que vamos de mal a
peor, pero los ciudadanos aún podemos
definir un futuro promisorio.
Desde los inicios de la crisis, hasta mediados de mayo,
tuvimos una tasa de contagios y de letalidad relativamente
baja. Según los expertos en epidemias, en esto pudieron
incidir tres factores: a) los contagios comenzaron
tardíamente en relación con otros países, y la pandemia
apenas comienza; b) el pico del contagio llegará en junio,
con mayor fuerza; c) el muy escaso número de pruebas
practicadas hace que las cifras oficiales no sean
confiables, pues hay sub registro de contagiados
asintomáticos, como opina el Dr. Edwin Asturias, quien
liderará la Comisión Nacional Contra el Coronavirus, según
anuncio reciente del Presidente Giammattei.
Sobre estas hipótesis podría haber cientos de opiniones,
pero como no soy epidemiólogo ni estadístico, me atengo a
los datos oficiales: hasta el 7 de mayo, la curva de
contagio se mantuvo creciendo moderadamente, sin grandes
incrementos. A partir de esa fecha el número de casos
aumentó abruptamente, hasta que el 14 de mayo acusó un
incremento de 194%, según anunció el Presidente quien, de
manera intempestiva, decretó “el cierre total de país”, con
las consecuencias negativas que todos conocemos. Los hechos
descritos, refuerzan las tres hipótesis de los
especialistas.
Las medidas draconianas, además de inconsultas fueron
injustas, pues se prohibió la circulación de la ciudadanía,
incluido el transporte de frutas y verduras de campesinos,
pero no de los repartidores de comida chatarra de las
transnacionales. Esto provocó que las autoridades
ancestrales indígenas cortaran el flujo carretero en varios
puntos del país, y en San Francisco El Alto se dio un
enfrentamiento entre comunitarios y elementos antimotines. A
la epidemia del COVID-19 se sumó el conflicto social, que la
desigualdad y la discriminación alientan en un país con
pobreza y hambre centenarias.
Para revisar la situación hospitalaria, debemos atenernos al
testimonio de médicos y enfermeras, que con mayor frecuencia
y enojo denuncian carencias de medicamentos, equipo,
personal y hasta el pago de salarios atrasados. Los turnos
son agotadores, el salario magro y tardío, el bono de riesgo
miserable, etc. Además, crece el número de sanitarios
contagiados, lo que explica por qué no hay galenos y
enfermeras que quieran laborar en los hospitales de campaña;
aunque haya camas, sin personal no funcionan.
Los contagios crecen en las Policías Nacional Civil y en la
Municipal de Tránsito, a pesar de los intentos de sus jefes
por mantener oculta esta realidad, que han evidenciado el
PDH y el diputado Aldo Dávila. Anoche, mientras redactaba
esta columna, 111 pacientes denunciaban los atropellos que
sufren en el hospital de campaña del Parque de la Industria.
La economía está parada, las remesas disminuidas y se
perderán 800 mil empleos. Para colmo, la ayuda económica
aprobada por el Congreso para los más necesitados no llega.
Hasta finales de abril, 147 instituciones solo habían
utilizado el 3% del presupuesto estatal, y en otras 47 la
ejecución se encontraba en cero. El Ministerio de
Salud solo ha ejecutado el 1% de los Q640 millones aprobados
para combatir el Covid-19.
Por si fuera poco, Unicef realizó una proyección de 3,700
posibles muertes de niños menores de 5 años por desnutrición
en los próximos 12 meses, en el caso más grave.
En conclusión, lo peor de la pandemia y la recesión está por
llegar, y Giammattei se niega a apoyarse en la ciudadanía,
fuente legitimadora del poder político, y aliada
imprescindible para salir de una crisis sin precedentes en
el mundo actual.
Aún es tiempo de evitar que corra sangre, y llegar al
colapso sanitario, económico y político, articulando
concertadamente un Plan Nacional de Contingencia ante la
pandemia y el hambre. Mañana será tarde.
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